Ocho motivos por los que releer un libro

Leer un libro por primer vez siempre es una experiencia única. Sobre todo, cuando es uno de esos libros que te acaba encandilando, emocionando como hacía tiempo que no te sucedía o incluso obsesionándote de tal forma que vas a la caza de cualquier momento libre para seguir con él. Pero ¿qué pasa una vez llegas a la última página? Los sentimientos pueden ser muy variados, e incluso contradictorios: emoción, cierta sensación de plenitud, pena por terminarlo o una especie de “vacío existencial” con un sabor amargo de “¿qué voy a hacer ahora con mi vida?”.

Por suerte, los libros son fieles amigos y, sea en el formato que sea, siempre estarán allí para nosotros, por si queremos volver a disfrutar de ellos. Y que conste que digo “por si queremos” porque no todo el mundo lo hace. Sí, para mi sorpresa, gracias a mi pareja descubrí que existen aquellos quienes consideran que un libro es para leerlo sólo una vez, porque hay demasiado que leer en el mundo como para repetir. Yo, por mi parte, soy del lado opuesto desde la pre-adolescencia. No hay año que pase sin que me relea (al menos) un libro de Anne Rice, y sus dos sagas más importantes me las he leído enteras al menos tres de veces, que recuerde. Lo mismo ha sucedido con otros libros que me han marcado por motivos diferentes, como El jardín secreto cuando era niña, La reina de las nieves (de Carmen Martín Gaite) de pre-adolescente, Cumbres Borrascosas y Frankenstein gracias a la universidad, y así podría seguir con unos cuantos títulos más. Y es que leer un libro por segunda (o enésima) vez es toda una experiencia. Y lo es por motivos muy diferentes… que es de lo que pretendo hablaros hoy. ¿Preparad@s?

1. Porque no nos acordamos de él, sólo de si nos gustó o no, y poco más. Sobre todo si hace muchos años (y muchos otros libros) que lo tuvimos en nuestra manos. Seguramente sea el motivo menos común, pero como a mí me ha pasado, no podía dejar de nombrarlo. Aunque me imagino que el caso más normal es el diametralmente opuesto, número dos en nuestra lista.

2. El placer de revivir aquella aventura. Porque han pasado los años y, si un libro te gustó, es normal que quieras disfrutarlo de nuevo, ¿no os parece? Los motivos pueden ser varios: querer revivir aquella trama apasionante; volver a disfrutar de aquellas grandes ideas que nos fueron descubiertas; deleitarnos en la prosa que nos subyugó, las frases impactantes, los párrafos que te removieron por dentro. En ese sentido, a mí me encanta reencontrarme con libros que marqué de algún modo (doblando la esquina de la página, haciendo una pequeña marca en el borde de la línea en cuestión o incluso subrayando el texto) porque así puedo ver los apartados que más disfruté y volver a deleitarme.

3. El doble efecto sorpresa. Ya no es sólo que volvamos a disfrutar de ese libro, es que aunque recordemos gran parte de la trama, seguro que hay cosas que habremos olvidado y nos vuelvan a sorprender. Al menos a mí (con mi memoria de pseudo-pez para aquello que leo) me pasa a menudo, y cuando vuelvo a leerlo y me “resorprende” me da la sensación de que lo disfruto aún más que la primera vez.

4. Las prisas. ¿No os ha pasado alguna vez que habéis leído un libro tan rápido que, al terminarlo, lo habéis empezado de nuevo? ¿Que era tanta la intriga sobre qué iba a suceder a continuación que erais conscientes de estaros perdiendo otros detalles? Si la respuesta es no, pasa nada. Pero si es sí, que sepáis que no estáis solos. Aquí una servidora, en aquella época lejana en la que tenía mucho tiempo libre, lo hacía a menudo por lo ya dicho: había libros en los que tenía tantas ganas de saber qué pasaba, que los leía casi en diagonal, buscando las partes más importantes de la trama, saltándome descripciones, para saciar esa sed de conocimiento-sobre-qué-pasaba en pocas horas. Una vez logrado, llevaba a cabo una relectura más lenta para gozar de otros detalles, descripciones, disertaciones, diálogos completos (incluyendo las acotaciones), prosa del autor o la autora incluid@s.

5. Porque hay novelas por las que no pasan los años. Hay clásicos que son clásicos (o novelas actuales que lo terminarán siendo) y siempre es un placer volver a leerlos, aunque nuestras motivaciones no sean las mismas… que es el siguiente punto a tener en cuenta.

6. Porque en momentos diferentes, las (re)lecturas son diferentes. Y es que tú no eres la misma persona que cuando lo leíste antaño. Tu situación vital ha cambiado, así como tu forma de ver el mundo, con lo que en cada (re)lectura puedes encontrar interpretaciones, pensamientos e ideas nuevas. Detalles que en su momento pasaste por alto, pero no ahora. Hasta dichos detalles pueden darle un nuevo sentido a la historia. O puede, incluso, que leas el libro desde una nueva perspectiva.

Y esto puede tener también una parte amarga, tus expectativas (y experiencias) al respecto no son las mismas, con lo que una relectura puede ser tanto positiva (cuando descubres más de lo que esperabas con ella), como negativa (cuando esperas mucho y te das cuenta de que para ti, ahora, ese libro no es lo que fue en su momento). Aún así, no hay mal que por bien no venga, y este hecho nos lleva al siguiente motivo:

7. Poder plantearte, gracias a dicha relectura, cómo has cambiado a lo largo del tiempo, y cómo tus gustos literarios también han ido evolucionando. Seguramente de un modo que ni siquiera eras consciente.

8. Por el mero placer de leer, sin más motivo que ese y sin esperar nada a cambio. Puede que simplemente te apetezca reencontrarte con viejos amigos y argumentos sin llegar a plantearte nada más. Que tampoco está nada mal…

¿Y tú? ¿Eres de l@s que releen o de l@s que no? ¿Por qué? No dejes de contárnoslo en los comentarios ;)