FICHA:
Título: El expreso de Tokio
Autora: Seicho Matsumoto
Editorial: Libros del asteroide
Número de páginas: 216 páginas
Sinopsis:
Los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera aparecen una mañana en una playa de la isla de Kyushu. Todo parece indicar que se trata de un caso claro: dos amantes que se han suicidado juntos tomando cianuro.
Pero hay ciertos detalles que llaman la atención del viejo policía local Jutaro Torigai: el difunto se había pasado seis días solo en su hotel y en su bolsillo encontraron un único billete de tren; así que, seguramente, los amantes no habían viajado juntos. Enseguida se descubre también que el funcionario trabajaba en un ministerio en el que se acaba de destapar una importante trama de corrupción; el subinspector Mihara de la Policía Metropolitana de Tokio se hará cargo de la investigación en la que contará con la inestimable ayuda de Torigai.
Publicado en Japón en 1957, El expreso de Tokio es uno de los best sellers más famosos de Seicho Matsumoto. Su intriga minuciosamente ensamblada y la combinación de elementos psicológicos, sociales y políticos marcaron una nueva época en la novela negra japonesa.
Acerca del autor:
Seicho Matsumoto (1909-1992) fue un prolífico escritor japonés. Comenzó a publicar cuando ya tenía más de cuarenta años, pero su carrera literaria no despegó hasta su segundo libro, cuando recibió el premio Akutagawa por Historia del diario de Kokura (Aru Kokuranikki den, 1952). Matsumoto recibió alguno de los más prestigiosos premios literarios de su país y está considerado uno de los principales escritores japoneses de novela negra. Entre sus libros destacan La voz (Koe, 1955), El expreso de Tokio (Ten tosen, 1958; Libros del Asteroide, 2014), El inspector Imanishi investiga (Suna no utsuwa, 1961), La chica de Kyushu (Kiri no hata, 1961; Libros del Asteroide, 2017) y Un lugar desconocido (Kikanakatta Basho, 1975; Libros del Asteroide, 2021).
Reseña:
Iniciamos con este libro mi particular homenaje a la novela negra, que durante el 2022 será la protagonista de mis reseñas. Por azares de la vida, llegó a mis manos El expreso de Tokio y su lectura me atrapó desde la primera página.
Como ya nos tiene acostumbradas la literatura japonesa (al menos hacia mi persona), su grácil y sencillo estilo de escribir engaña al ojo en cuanto a las historias y emociones que se desarrollan a lo largo de las páginas. La truculencia, la violencia y el odio más brutal pueden desarrollarse de igual manera aunque el vocabulario elegido no sea (buscadamente) efectista. Para crear tensión, no es necesario generar expectativas con luces de neón: la cotidianeidad puede escondernos monstruos sin escrúpulos. Como nos demuestra El expreso de Tokio.
Seicho Matsumoto fue una de las figuras que modernizaron el noir japonés a mediados del pasado siglo XX. Para ello, nada mejor que observar el comportamiento de aquellas personas tildadas de 'grises' y ser consciente de la crítica que podía hacerse al sistema desde las páginas de una ficción. En El expreso de Tokio, Matsumoto abordó cuestiones públicas como la corrupción o la dejadez policial; y cuestiones privadas como la maldad congénita o la inteligencia humana. Y lo hizo de una manera velada, sin prisas ni ansias.
La novela está formada por capítulos cortos ya que fue publicada por entregas entre 1957 y 1958. Y esta novedad crea, sin duda, un ritmo que atrapa al lector desde el inicio de la lectura. El expreso de Tokio te atrapa por su sencillez y por la perfección de su ensamblaje: todas las piezas encajan a la perfección. Tanto en el desarrollo de la lectura como en la propia historia del caso, pese a que ambos policías (Jutaro Torigai y el subinspector Mihara) están con la mosca detrás de la oreja, son incapaces de dar con la grieta que desquebraje la perfecta coartada del principal sospechoso (no haremos spoilers). Una historia de trenes, horarios y negocios ocultos tras el suicidio de dos amantes en la playa de la isla de Kyushu que nos recuerda a otras novelas de temática similar como El tren de las 4:50 de la siempre presente Agatha Christie. Y dónde nada es lo que parece.