Cinco colecciones que marcaron nuestra infancia

No sé a vosotros, pero a mí la cuarentena me está volviendo melancólica. Me levanto con la idea de dedicar mi día a algo práctico y al final se me pasan las horas husmeando en cajitas de recuerdos, releyendo cartas de la adolescencia, viendo fotos de mi yo de hace años y ordenando mis libros de la infancia. Muchos de ellos seguramente los comparta con vosotros, pues pertenecen a esas colecciones que han sido una constante en la infancia y adolescencia de cualquier niño español de los ochenta y noventa. Son como los muebles de Ikea: en cada casa puede encontrarse uno. Hoy recogemos cinco colecciones que nos ayudaron a dar nuestros primeros pasos como lectores inevitables. 

Barco de Vapor 

Un clásico entre los clásicos. Fue la primera colección de literatura española creada especialmente para el público infantil, que hasta entonces buscaba un hueco que fuera más allá de series cortas y libros sueltos. Creada por SM en 1978, tiene hasta su propio premio de literatura infantil y ha alumbrado obras tan emblemáticas como Fray Perico y su borrico o El Pirata Garrapata, ambos de Juan Muñoz. Sus series blanca, azul, naranja y roja dividen los títulos entre los lectores de seis a diez o más años. 

Los libros del capitán 

Algo menos conocida. Fue editada por el extinto Círculo de Lectores, que ha llevado libros a los hogares de España durante más de medio siglo, a principios de los dos mil. Era una colección destinada a un público un poco más mayor, preadolescentes que empezasen a sentir el amor por los libros. Contenía títulos de autores nacionales e internacionales como Maria Gripe o Joan Manuel Gisbert. Entre aquellos que más me marcaron figuran El tesoro escondido de Casa Loma, de Eric Wilson, y Un agujero en la alambrada, de François Sautereau. 

Chicas 

Las coloridas portadas de esta colección de Montena seguro que os suenan. Los corazones, dibujos de adolescentes y títulos dignos de un test de la Superpop son marca de la casa de una serie destinada a chicas de instituto muy jóvenes. Empezó a editarse a finales de los noventa y abordaba asuntos de amistad, amor, sexo, rebeldía y discusiones familiares. He de confesar que los cuatro títulos que tuve me los regalaron unas amigas porque a mi madre le gustaban casi menos que la revista Loka. 

Biblioteca Juvenil 

De Salvat-Alfaguara, cuyo sello fue vendido por el Grupo Prisa a Penguin Random House en 2013. Empezó a publicarse en los años ochenta y llegó hasta los noventa, aunque no sé en qué año finalizó su edición. Contaban con ilustraciones interiores en blanco y negro y los títulos que componían la colección eran, en su mayoría, clásicos de la literatura de primera juventud. Publicaron, entre otros, Las brujas, de Roald Dahl, y El Mago de Oz, de L. Frank Baum. 

Violeta 

Seguramente sea la menos conocida para aquellos nacidos en las dos últimas décadas del siglo XX, pero a mí de niña me apasionaba. Comenzó a publicarse en los sesenta en el seno de la editorial vallisoletana Molino, hoy propiedad del grupo RBA. Se describía como una serie ‘para jovencitas’ y todas las novelas estaban portagonizadas por chicas adolescentes que corrían las aventuras más locas: se hacían publicistas, periodistas, escritoras, resolvían misterios y viajaban por todo el mundo. Entre los títulos que conservo, heredados de mi madre y mis tías, figuran Operación Andersen, de Eugenia Martínez, y Muchachas en jet, de Annamaria Ferretti.