Las tres caras de Eva o la personalidad múltiple en la literatura

Hace ya un tiempo, en una librería de viejo del centro de Madrid, me topé con un libro que me llamó la atención por lo sugerente del título. Las tres caras de Eva, de Corbett H. Thigpen y Hervey M. Cleckley, no tenía sobrecubierta, ilustración de portada ni sinopsis. Encuadernado en tela azul, la única información sobre el texto que contenía era el nombre, grabado en el lomo con letras doradas y el 3 en número; Las 3 caras de Eva. Tenía, además, un extraño dibujo marcado en la cubierta con tres rostros femeninos unidos entre sí. Lo compré sin saber qué esperar: una novela de misterio, un relato romántico, la historia de una mujer que se reinventa dos veces… Me encontré con algo totalmente distinto: un informe novelado del caso real de una estadounidense tratada por un grave caso de personalidad múltiple.

Habiéndose celebrado el Día Mundial de la Salud Mental el 10 de octubre, parece muy oportuno hablar de un libro que da visibilidad a las personas que padecen algún tipo de trastorno y que se aleja de los retratos convencionales que, en la literatura y el cine, tienden a asociar las enfermedades mentales con el villano del cuento. En este caso, la obra está firmada por los dos psiquiatras que trataron a la paciente de su dolencia, un caso único en la medicina de entonces.

Publicada en 1957, está protagonizada por Eva White, un ama de casa joven y algo melancólica, casada y con una niña pequeña. Empieza a sufrir accesos de amnesia y desvanecimientos de los que despierta sin ningún recuerdo de sus acciones. Durante esos episodios, quien toma el control de su cuerpo y mente es Eva Black, una mujer atrevida y desinhibida que desprecia a la primera Eva y a su familia, llegando a intentar estrangular a su hija. Los psiquiatras documentan todas las sesiones del tratamiento de las Evas hasta la aparición de Jane, una mujer inteligente, dulce y sensible que es plenamente consciente de su convivencia con Eva White y Eva Black. Su colaboración es clave para la recuperación de Eva White, personalidad primigenia que intenta retomar el control de su cuerpo y de su mente.

La novela viene acompañada de una breve introducción en la que los psiquiatras dan una serie de pautas sobre el trastorno de personalidad múltiple tal y como se entendía a mediados del siglo XX. Las sesiones con cada de las Evas y el diálogo entre ellas y los terapeutas se describen con todo lujo de detalles, por lo que es un relato muy fiel de cómo sería tratado un caso así por entonces.

La historia de Eva, una de las primeras y más extrañas que describe la psiquiatría moderna, es en realidad la de Christine Costner Sizemore, una mujer de Carolina del Sur que hizo pública su identidad en la década de los setenta. Costner, que falleció en 2016, fue tratada por Thigpen y Cleckley durante los primeros años de su enfermedad. Una década después pasó a estar al cuidado de Tony Tsitos, que averiguó que en Costner no se daban cita tres personalidades, sino una veintena de carácteres diferentes que se presentaban agrupados de tres en tres.

Como dato curioso, conviene reseñar que la paciente, cuando todavía estaba en tratamiento, firmó con 20th Century Fox la cesión de los derechos para llevar su vida al cine. Lo hizo con los nombres de sus otras personalidades, no con el suyo propio. De ese acuerdo nació una película con el mismo título que el libro, un éxito de taquilla que le hizo ganar un Oscar a la actriz Joanne Woodward.

La historia de Eva no termina aquí. Con el seudónimo de Evelyn Lancaster y poco después de la publicación de Las tres caras de Eva, Costner colaboró en la escritura de otros tres títulos: Strangers in my body: the final fase of Eve (1958, con coautoría de James Poling), I’m Eve (1977, con coautoría de Ellen Sain Pittillo) y A mind of my own (1989). Christine (o Eva) murió de un ataque al corazón mientras se encontraba en cuidados paliativos. Su última aparición pública fue una entrevista en la BBC en 2009.