La manzana mordida. Josefina Carabias.

Si fuéramos lo bastante modestos, nunca escribiríamos.

Agatha Christie no se anduvo con chiquitas cuando soltó esta sentencia. Razón no le faltaba. La literatura supone un gran esfuerzo de concentración, compromiso y verdad. El periodismo, esa rama que me transmite señales cada vez con más nitidez, también. Si uno mira hacia el pasado, encuentra en España una pionera en el gremio: Josefina Carabias.

Hija de familia humilde, abandonó su ciudad natal, Ávila, para marchar joven a Madrid, donde hacerse su propio camino. En su segundo año universitario entró en la residencia de señoritas fundada por María de Maeztu, perteneciente a la Institución Libre de Enseñanza, haciéndose más tarde socia del Ateneo de Madrid. En 1930, contando con 22 años de existencia, terminó sus estudios de Derecho. Sin embargo, a pesar de su aprendizaje en leyes, Josefina decidió mudar la piel, eligiendo una bifurcación que se presentó en su camino: el periodismo. Su vinculación a esta disciplina sería absoluta desde su debut inicial, su entrevista a Victoria Kent, Directora General de Prisiones, para la revista Estampa. Junto a esta colaboración, se unieron otros trabajos para prensa durante la década de los años treinta, en periódicos como Crónica, Ahora o La Voz, en donde sería cronista parlamentaria, o en La palabra, diario hablado perteneciente ala Unión Radio de Madrid. El actual término de freelance definió sin duda su carrera periodística.

Fuente: Wikipedia.

Su fama y prestigio subieron como la espuma, pero el conflicto civil frenó su ascensión, viéndose obligada a exiliarse a París en noviembre de 1936, donde residirá hasta su regreso en 1942. Su personalidad, independiente y abierta de miras, necesitaba buscar nuevos horizontes, tanto ideológicos como geográficos, desembocando en primer lugar en Washington como corresponsal del diario Informaciones (1954), convirtiéndose así en la primera mujer española enviada como corresponsal político al extranjero, y trasladándose en un segundo movimiento a París en 1959 para continuar con la corresponsalía, en este caso escribiendo para el diario Ya, donde permanecería casi hasta su muerte en 1980. Su intensa relación con la prensa también quedó patente en el sector editorial, donde se publicaron sus numerosos artículos diarios en varias editoriales, así como en las traducciones y publicaciones de reportajes y biografías que la propia Josefina llevo a cabo. 

Como buena periodista, la publicación de libros también formó parte de su trabajo habitual y entre sus publicaciones se encuentran volúmenes tan llamativos como La mujer en el fútbol (sí, viene de camino a casa), Carlota de Méjico (sobre la última emperatriz mexicana y publicada bajo el pseudónimo de Carmen Moreno), El Maestro Guerrero fue así (biografía del músico y compositor Jacinto Guerrero) o Crónicas de la República. Del optimismo de 1931 a las vísperas de la tragedia de 1936 (selección de artículos). También se adentró en los géneros de la novela (Por nacer tarde, De oro y azul) y del teatro (Sucedió como en el cine).

Fuente: MD blog

Seis años antes de mi nacimiento fue cuando falleció esta mujer debido a un paro cardíaco. 1980. No es que la hubiera conocido de haberse dado el caso de compartir lugar, tiempo y espacio. De hecho, hasta hace pocos años desconocía de su existencia. Sin embargo, la siento cercana. Sin pretensiones de ser un ídolo intocable. Quizás, por opiniones como esta:

Antiguamente las revoluciones las hacían los hombres. Ahora ya las hacen también las mujeres.