La manzana mordida. Gertrudis Gómez de Avellaneda

El año 2018 llega a su fin y no se nos ocurre mejor manera de celebrarlo que con un nuevo capítulo de La manzana mordida. Nos ha gustado convertirnos en Jordi Hurtado y viajar a través del tiempo, para que engañarnos. Así que no hemos podido resistirnos a bucear más sobre aquellas mujeres pioneras en la dedicación a la literatura. En esta ocasión, nos quedamos con la lengua española y la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

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No hace muchos años, todas las niñas cristianas debían de llamarse María. Y muchos años antes, los nombres terriblemente extensos hacían que te convirtieras en lo más cool de tu ciudad nada más abrir los ojos por primera vez. Por ello, llamarse María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga en el siglo XIX no era nada del otro mundo. Pero su obra sí lo fue, pues estamos ante una de las precursoras de la novela hispanoamericana y una de las figuras clave del romanticismo en castellano. Gertrudis nació en Santa María de Puerto Príncipe (aka Camagüey) en 1814, hija de oficial naval y criolla de antepasados españoles. Después de librarse de un matrimonio concertado por su abuelo (y perdiendo su presencia en el testamento de su abuelo), emigra a Europa junto con su madre y su segundo marido en 1836. Durante el viaje sus dotes literarias darían su primer fruto: el desgarrador soneto 'Al partir'.

Tras una breve estancia en Francia, la familia de Gertrudis Gómez de Avellaneda llegará a España. En A Coruña, donde permanecerá dos años, escribirá sus primeras composiciones poéticas y también conocerá el amor con el hijo del capitán general de Galicia, hombre que rompió el noviazgo por no ver oportuno que su pareja se dedicara a la literatura. No comments. De Galicia se mudó a Andalucía junto a su hermano, siendo esta mudanza vital para su carrera profesional. Allí entablará amistad con Alberto Listay y Manuel Cañete y publicará sus composiciones en periódicos como La Aureola de Cádiz y El Cisne de Sevilla bajo el enigmático pseudónimo de La Peregrina. Precisamente será en Sevilla donde se asiente y donde quede marcada de por vida por Ignacio de Cepeda y Alcalde, su gran amor. Un amor correspondido a medias, que pese a atormentar a Gertrudis en vida, trajo con ello unos pasajes de enorme valor literario. En 1840 abandonaría la capital hispalense, no sin antes publicar su primer drama: Leoncia.

Su llegada a Madrid fue todo un acierto para su carrera literaria, aunque su vida amorosa seguiría resultando tan montaña rusa como antes. En 1841 publica la novela 'Sab', considerada como la primera obra antiesclavista de la historia. Sí, de la historia. Y un año más tarde, en 1842, publica 'Dos mujeres', la novela, obra en la que defiende el divorcio, origen de las primeras filias y fobias del público hacia su obra. Siempre hay a quien le molesta tocar ciertos temas. En 'Espatolino', por ejemplo, denunció la situación en la que se encontraba el sistema penitenciario de la época. Su éxito subiría como la espuma tras la publicación en 1844 de la obra de teatro Alfonso Munio. El éxito hace que las moscas sobrevuelen y el moscón más fuerte atendió al nombre de Gabriel García Tassara. Poeta y ser tortuoso que haría propio aquello del perro del hortelano con Tula (apodo con el que se conocía a Gertrudis) y con quien tendría una hija sin ceremonia de por medio, pero sí abandono público. Podría haber sido su fin, pero se hizo con los dos primeros premio del certamen organizado por el Liceo Artístico y Literario de Madrid. La obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda era más fuerte.

El 10 de mayo de 1846 se casó con el gobernador civil de Madrid, Pedro Sabater, pero el matrimonio finalizó meses después debido a la grave enfermedad de su marido. Viajaron a París para buscar una cura, pero la muerte se les presentó en la ciudad de Burdeos. Allí será donde Tula se recluya y escriba Manual del cristiano, dos de sus mejores elegías. Tras su regreso a Madrid, presentó su candidatura a la Real Academia Española, pero la sociedad aún no estaba preparada para que el sillón fuese ocupado por una mujer. Peor para ellos. En 1856 se casó en segundas nupcias con el político Domingo Verdugo y Massieu, quien se enfrentó públicamente a Antonio Riber tras creer que era el culpable del fracaso de 'Los tres amores' (obra teatral de Gertrudis). El duelo cayó en cruz para su marido y fue herido de gravedad, organizando rápidamente un viaje a Cuba y comprobar si las bonanzas del clima ayudarían a su mejora. Su regreso fue celebrado con grandes vítores en su país de origen y fue proclamada poetisa nacional en el Liceo de la Habana. Allí dirigió la revista Álbum cubano de lo bueno y lo bello durante un año y permaneció hasta la muerte de su marido. En 1864 regresó a España más severa y espiritual que nunca, continuando así hasta su muerte el 1 de febrero de 1873 en Madrid.

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