Seis libros de terror para noches de invierno

Ha llegado el frío, y con él, las tardes otoñales de manta y chimenea. Aunque todavía queda un mes para el inicio del invierno, las bajas temperaturas y el temprano anochecer son la excusa perfecta para coger un buen libro de terror y leerlo bajo el edredón. Grandes clásicos aparte, hoy os traemos seis novelas retorcidas, incómodas, inquietantes, angustiosas, que os harán seguir con los ojos abiertos mucho después de haber apagado la luz. 

El Terror. Dan Simmons 

No es una novela de miedo al uso. De hecho, pocas de las obras de la lista lo son. En 1845, el Terror y el Erebus, dos buques de la Armada Real británica, partieron bajo el mando de Sir John Franklin con el objetivo de descubrir el Paso del Noroeste, región todavía inexplorada en el Ártico. Nunca volvieron. Ambos barcos, con toda su tripulación, desaparecieron en el hielo. Dan Simmons mezcla realidad y ficción en una novela que imagina lo sucedido en el mar helado, donde habitan peligros antiguos más graves que el frío y el hambre. 

El juego de Gerald. Stephen King 

El rey del terror contemporáneo se cuela en la lista con una de sus novelas más desconocidas. Más allá de It, Carrie, Misery y El Resplandor está esta pequeña joya, cuyo argumento hunde sus raíces en una mezcla de terror psicológico y tradicional. Jessie y su marido, Gerald, deciden añadir un poco de picante a su relación durante su estancia en una casa alejada del mundo. Sin embargo, un inoportuno infarto transforma lo que debía ser una escapada romántica en una pesadilla: Gerald pierde la vida y Jessie queda esposada a la cama, desnuda y sin la posibilidad de pedir ayuda. Pronto se verá obligada a enfrentarse a sus fantasmas y, lo que es peor, a aquello que ha empezado a moverse libremente por su casa. 

Estoy pensando en dejarlo. Iain Reid 

Jake es un novio estupendo, de verdad que sí. Es atento, culto y alegre. Guapo no es, pero no se puede tener todo. Después de unos meses juntos, ella va a ir a conocer a sus padres. La idea es pasar un día con ellos, tener un primer contacto para que se vaya haciendo a la familia. Pero en el fondo no deja de latir un pensamiento: está pensando en dejarlo. Una novela incómoda que despierta un miedo extraño, inexplicable, a medida que uno va viendo que algo no anda del todo bien. Un detalle revelador: nuestra protagonista, como en Rebeca, no tiene nombre. 

1793. Niklas Natt Och Dag 

El miedo pegajoso que transmite la novela no parte de aspectos tradicionales de la literatura de terror. En este caso, ese frío que cala los huesos nace de la podredumbre moral y humana que el autor sueco ha reflejado magistralmente en su obra. A finales del siglo XVIII, en un Estocolmo lleno de miseria y suciedad, aparece el cadáver de un hombre salvajemente mutilado. No tiene ojos, lengua, extremidades ni genitales. Del caso se encargan Mickel Cardell y Cecil Winge, un borracho y un tuberculoso que acaban sumergiéndose en las hediondas cloacas del alma humana. 

Nuestra parte de noche. Mariana Enríquez 

Todas las obras de la escritora argentina son un puñetazo en el estómago y esta no podía ser menos. Un padre y su hijo se embarcan en un viaje por carretera hacia las cataratas de Iguazú. Una aventura que ya ha sido la premisa de otras novelas, pero ninguna como esta, en la que se mezclan las fantasías delirantes de una orden secreta, atroces rituales humanos, la gangrena de las relaciones humanas y los ecos de un pasado que no debe salir a la luz. Dos formas de entender el terror, una ligada a lo sobrenatural y otra a lo cotidiano, se dan cita en esta novela estremecedora. 

Los pequeños macabros. Edward Gorey 

El dibujante estadounidense está considerado como uno de los ilustradores más emblemáticos del arte americano del siglo XX. Sus obras, que combinan texto y tinta a modo de viñeta, ponen el foco en la versión más oscura de la infancia, siempre con toques góticos y victorianos. Este macabro cuento ilustrado es en realidad un abecedario del terror en el que veintiséis niños mueren asfixiados, engullidos, quemados o atacados por animales salvajes.