martes, 30 de enero de 2018

La manzana mordida. Helen Hokinson

Todo aquel que me conoce sabe que, sin llegar a extremos de frikismo, me encantan los cómics. Novela gráfica principalmente, aunque no soy una purista. Además, disfruto con el cine de animación como una enana más. Uno de los últimos autores que he leído con ahínco ha sido Seth, autor canadiense que os recomiendo, persona que disfruta con la búsqueda de autores gloriosos en el pasado y desconocidos en la actualidad. Así fue como llegué a Helen E. Hokinson, dibujante que sin publicar libros, se convirtió en una de las plumas más interesantes del segundo cuarto de siglo XX.

Su nombre completo era Helen Elna Hokinson, hija de una humilde familia de Mendota, en el estado norteamericano de Illinois, nació el 29 de junio de 1893. Tras realizar sus estudios en la Academy of Fine Arts, pronto se inició en el mundo de la ilustración como freelance en Chicago, donde trabajó para empresas como Marshall Fields. En la década de los felices años veinte decide cambiar de aires y recae en la Gran Manzana, Nueva York, donde comenzará su período más interesante: su trabajo para The New Yorker. 



En 1925 aparece por primera vez en la revista, contando con una sección propia titulada My Best Girls. Junto con James Thurber y Brendan Gill, pide a la revista viabilidad para publicar sus dibujos, ya presentes en ella. La dirección accede. Es más, realizaría más de 68 portadas y 1.800 dibujos para la revista en sus veinte años de trabajo para la misma. Como todo acaba, su vida tuvo un trágico desenlace: murió en accidente aéreo el 1 de noviembre de 1949.

Como vemos, otra mujer perdida en la historia y que, sin embargo, méritos hizo para permanecer en el recuerdo. También ocurre con el sector masculino, aunque se ha de reconocer que la herida es más leve. Habrá que seguir cosiéndola para que resulte menor el agravio. 

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