La manzana mordida. Luisa Carnés

Luisa Carnés. Clarita Montes. Luisa Genoveva Carnés Caballero. Tres nombres y una sola mujer. Una mujer única a la que el reconocimiento popular le ha llegado, como tristemente es habitual, muy tarde. Y es que el pasado marzo de 2019 se inauguró en su Madrid natal un parque dedicado a su persona como homenaje a su carrera con el cuaderno y la pluma. 

Luisa Carnés nació el 3 de enero de 1905, como bien se indica en la placa conmemorativa sita en la calle Lope de Vega, 31 colocada hace tres años. Sólo tres. Lejos de pertenecer a una familia de bien, Luisa fue la mayor de seis hermanos en un humilde hogar creado por un barbero y una sastra que abandonó las costuras para cuidar a su prole. A pesar de su buena disposición en la escuela, la necesidad apretaba y Luisa tuvo que abandonarla a los once años. Aprendió oficio en el taller de sombreros de su tía y, más tarde, entró a formarse en un obrador. Su cultura literaria fue nutriéndose en sentido ascendente, iniciándose con las lecturas de los folletines de los diarios y las novelas baratas hasta profundizar en la lectura de figuras como Cervantes o Tolstói. Autodidacta mientras trabajaba en la CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones) como mecanógrafa y telefonista. Y también después del cierre de la editorial. Este entorno le fue propicio para desarrollar su lado más creativo y profundizar en el proceso creativo de su incipiente carrera literaria.

La primera obra de Luisa Carnés de la que se tiene constancia es un cuento titulado Mar adentro, publicado en 1926 en el diario La Voz. Y no sería el último. En 1928 se imprime su primer libro, Peregrinos del calvario, una serie de relatos en los que se vislumbra una de sus grandes virtudes: su poder de observación. Gracias a esta publicación se correrá la voz de su buena labor como narradora social y colaborará asiduamente con La Voz, Estampa y Crónica. Dos años más tarde, en 1930, se publica su segunda novela, Natacha (recientemente publicada por Espuela de Plata). Y en 1934 aparece su novela más críticamente social: Tea Rooms. Mujeres obreras. Su ideología política y social (estuvo afiliada al PCE y apoyaba el sufragio femenino) siempre estuvo muy ligada a su prosa. Tanto en España como en su destierro. Tanto que ya iniciada la Guerra Civil, en 1936, estrena en el Teatro Lara la obra Así empezó… junto a Rafael Alberti. Teatro de combate durante un período convulso. Un período que hizo que tuviera que huir a Francia y, en 1939, exiliarse a México en el histórica y culturalmente conocido trasatlántico 'Veendam'.

En México, lejos de mantener el luto de patria desde la escritura, Luisa Carnés continúa mostrándose como una excelente narradora de escenas y emociones. Para muestra su biografía, De Barcelona a la Bretaña francesa. Memorias o El eslabón perdido, una historia que aborda el conflicto intergeneracional del exiliado y sus descendientes. Luisa morirá en 1964 debido a un accidente automovilístico, pero su obra sigue vigente gracias a la labor de editoriales como Hoja de Lata o Espuela de Plata. Y del anterior gobierno de la ciudad de Madrid.