La manzana mordida. Matilde Serao

Cambiamos de año, pero no de propósito: continuar dando visibilidad a la literatura. Y, en mi caso, seguir re-descubriendo a grandes mujeres olvidadas a través de la serie La manzana mordida. Comenzamos el año con la figura de Matilde Serao, periodista y escritora italiana que rozó el premio Nobel en diversas ocasiones. Y cuya biografía va a ser relatada en las siguientes líneas.

La historia de Matilde Serao es la historia de la emigración. Así, sin más. Sin rostros, colores ni propósitos. Serao nació en Patras (Grecia) en 1856 de madre helena y padre italiano, un periodista que debió abandonar su sentida Nápoles por motivos políticos. Una ciudad que, años más tarde, le abriría los brazos a nuestra protagonista. Una profesión que también se presentaría como su compañera de vida. De hecho, siendo niña la familia volvería a la Roma del mar y su relación de amor-amor sería continua durante toda su vida.

Matilde consiguió el título de maestra y, además, trabajó en los Telégrafos del Estado viendo como la independencia económica podía ser una realidad desde el primer momento de la vida laboral. La escritura era su pasión. Ella sabía que tenía madera de periodista. Su objetivo era claro y la consecución de él, también: en 1878 entró en las filas redactoras de Il Corriere del Mattino. Un primer punto de partida de una vida que estaría plagada de éxitos literarios y periodísticos. Dos mundos unidos por las letras que le darían grandes alegrías.

Roma y Nápoles serían las dos ciudades que marcarían el destino de Matilde Serao, siempre ligado a las letras. En 1882 se muda a Roma, ciudad en la que permanecería hasta 1886. Allí colaboraría en los periódicos Il Farfulla della Domenica y Capitan Fracassa. Allí conocería a su marido, Edoardo Scarfoglio, con quien se casaría y fundaría Il Corriere di Roma (primer intento de llevar a Italia el tipo de periodismo avanzado francés) e Il Mattino, diario creado a su vuelta a Nápoles que se convirtió en el periódico más leído del sur de Italia. El amor no duró eternamente y la separación fue inevitable. Su pasión por el periodismo y el emprendimiento sí que fueron infinitas y fundó Il Giorno, diario del que fue directora hasta su muerte en 1927.

Simultánea a su labor como articulista, Matilde Serao se fraguó una carrera como novelista y cuentista. Su estilo cercano, naturalista y social también se vio reflejado en sus publicaciones independientes. Medio centenar de novelas en su haber con obras como Fantasía, Leyendas napolitanas, La conquista de Roma o El vientre de Nápoles, una de sus últimas obras (y uno de sus relatos más innovadores). En diversas ocasiones fue candidata a alzarse con el Nobel de Literatura, pero su tratamiento analista y, a la vez, sensible de las personas y sus circunstancias no fueron suficientes. Ni su clara posición antifascista, ni sus reportajes críticos con la situación de los ciudadanos de a pie. Una escritora única en la combinación del texto sensible y analítico junto con la valentía y la naturaleza crítica del periodismo. Sin pretextos. Únicamente haciendo lo que mejor sabía hacer: escribir con la mente desde el corazón hasta el día de su muerte, el 25 de julio de 1927.