''Eres un mago, Harry''. Hagrid en Harry Potter y la Piedra Filosofal.
Muro de avisos. Foto de la autora |
Por mi octavo cumpleaños, mis padres me regalaron una muñeca y un libro. Con la muñeca dejé de jugar unos años más tarde, pero el libro, que me ha acompañado desde entonces, marcó un antes y un después en mi vida como lectora. Harry Potter y la Piedra Filosofal me convirtió en una entusiasta potterhead y una orgullosa hufflepuff. Y, como mi carta de admisión en Hogwarts lleva ya catorce años de retraso, la llegada a España de la gran exposición de Harry Potter, que abrió sus puertas el pasado mes de noviembre en Madrid, me ha permitido poner un pie en la escuela de magia y hechicería, acudir a clase de Herbología, cotillear en la alacena de Hagrid y visitar el Bosque Prohibido en el pabellón 1 de Ifema, que se transforma hasta abril en el nuevo andén 9 y ¾.
A falta de un Ford Anglia volador (que no pudimos usar porque estaba aparcado a la entrada de la exposición), el metro muggle nos deja en plena feria. El acceso a la muestra deja claro que se trata de una producción inmersiva: hacemos cola para nuestro turno con otros jóvenes y no tan jóvenes magos frente a una enorme puerta que, igual que el Gran Comedor, nos conduce hacia una selección de estudiantes un tanto acelerada (salen elegidos ravenclaw y un gryffindor, ni rastro de los subestimados hufflepuffs).
Una vez ordenado el nuevo alumnado, una pared que se eleva -aquí las escaleras se mantienen en su sitio- nos descubre una estación invernal en la que descansa la locomotora del expreso de Hogwarts. A partir de este momento, el recorrido se estructura en otros seis escenarios claros que incluyen el interior del colegio mágico, los campos de quidditch, la cabaña de Hagrid, el Bosque Prohibido, el cementerio de Little Hangleton, el Gran Comedor en su versión más festiva y la Batalla de Hogwarts.
A pesar de que la exposición, como es evidente, se quede algo corta en comparación con la cantidad de objetos y decorados mágicos que se encuentran en los estudios de Warner en Londres, esta muestra es una oportunidad única para acercarse al universo fílmico (ojo, más que al literario) del niño mago más famoso de nuestro tiempo. Abundan los escenarios completos, como el empalagoso y retorcido despacho de Umbridge y los dormitorios masculinos de la sala común de Gryffindor, así como la cabaña de Hagrid, tal vez el mejor ambientado de todos.
Invernadero de Herbología. Foto de la autora |
En el espacio que recrea el interior de Hogwarts hay un claro ganador: el invernadero en el que la señora Sprout imparte Herbología y que incluye unas mandrágoras (tan feas como las horrorizaban a Ron) con las que interactúan los aprendices de mago que visitan la exposición. El armario del boggart, ejemplares varios de El Quisquilloso y la famosa hoja de papel en la que Harry lleva a cabo el castigo impuesto por Umbridge -no debo mentir, no debo mentir, no debo mentir- son otros de los objetos mágicos de esta primera sala.
En el campo de quidditch, uniformes, quaffles, bludgers y la snitch dorada acompañan a los visitantes en sus prácticas de tiro, sin escoba, eso sí, pues la Saeta de Fuego no se puede tocar. Un cartel en la pared atestigua la participación de España en la 442ª edición de la Copa del Mundo de Quidditch, equivalente al Mundial del fútbol muggle.
Alacena de Hagrid. Foto de la autora |
Del campo se accede directamente al Bosque Prohibido y a la cabaña de Hagrid, en cuyo interior reposa un huevo de dragón a punto de romperse (¿Norberto?). En la alacena pueden contemplarse algunos de los objetos que más nos recuerdan a Rubeus: su paraguas rosa, en el que alberga los restos de su varita rota, y El Monstruoso Libro de los Monstruos, que regala a Harry por su decimotercer cumpleaños.
En el área del bosque lo más destacado es, sin duda, el recinto de las criaturas mágicas, encabezadas por el malogrado Buckbeak y seguidas por Aragog, la cabeza móvil del colacuerno húngaro, una escultura del fiero centauro Bane y un pequeño thestral.
La atmósfera pesada y oscura del Bosque Prohibido se torna todavía más opresiva al entrar en el cementerio de Little Hangleton, lugar de descanso de la familia Riddle y escenario del combate entre Harry Potter y Voldemort que le costó la vida a Cedric Diggory. Las ropas de los mortífagos y la reproducción de las tumbas en cartón piedra son algunos de los elementos que se pueden encontrar en esta sección, aunque palidecen al lado del plato fuerte: una vitrina que contiene los Horrocruxes en los que el Señor Oscuro encerró partes de su alma.
Carteles de búsqueda y captura. Cortesía de la autora |
El Baile de Navidad en el Gran Comedor. Foto de la autora |
El ambiente se vuelve mucho más festivo al acceder a la última de las grandes salas, un Gran Comedor en plena celebración del Baile de Navidad, parte esencial del Torneo de los Tres Magos. Además de los inolvidables vestidos de Hermione y Chong (y de Ron, aunque sea inolvidable en otro sentido), la sala cuenta con una vitrina repleta de dulces de Honeydukes y artículos festivos que parecen salidos de Zonko. Al ir avanzar nos topamos con Fawkes y Dobby que, junto a un enorme árbol de Navidad, despiden a los aprendices de mago en esta jornada de puertas abiertas de Hogwarts. No podemos irnos sin contemplar las Reliquias de la Muerte y la espada de Godric Gryffindor, que cierran la muestra.
Nuestra última parada, para irnos con buen sabor de boca, es la enorme tienda de la exposición, que sigue el esquema del Callejón Diagón y cuyas estanterías tienen los nombres de sus comercios más famosos. Y, a pesar de que no tenemos galeones suficientes para comprarnos una varita en Ollivander, nos hacemos con un giratiempo y un Mapa del Merodeador para volver a Hogwarts siempre que queramos.
¡Travesura realizada!
Castigo de Harry. Foto de la autora
Buckbeak. Foto de la autora |
AYYYYY ME MUEROOOOOOO :O Qué guay, en serio. Me encantaría ir también a Madrid a ver la exposición pero como siempre me da a mí que me quedaré con las ganas :( Tiene que ser impresionante caminar por esas salas y tener tan cerquita esos objetos y criaturas tan especiales y que tanto nos han acompañado todos estos años.
ResponderEliminar¡Un besazo!
Y Felices fiestas ^^
¡Hola, Mari!,
EliminarYo tampoco he ido todavía, pero espero poder hacerlo antes de que la quiten :) He visto fotos de mucha gente, y de la experiencia que tuvo Paula, y la verdad es que es mágico *.*
¡Quién pudiera ir a Hogwarts! ¡Nos leemos! ¡Hasta pronto!