El último Don. Mario Puzo

‘Don Clericuzio había nacido en Sicilia, donde la sociedad y el Gobierno eran el enemigo. Su concepto del libre albedrío estaba muy claro. Uno podía optar por ser un esclavo y ganarse el pan de cada día sin dignidad ni esperanza o ganarse el pan como un hombre que inspiraba respeto.’

Ficha técnica

Título: El último Don

Autor: Mario Puzo

Número de páginas: 538

Año de publicación: 1996

ISBN: 9-788440-666550

Sinopsis

Domenico Clericuzio es el Don de una de las últimas grandes familias de la mafia italoamericana. Un año después de la guerra contra los Santadio, el Don reúne al resto de capos y llega a un acuerdo de tregua, tomando la decisión de entrar en el negocio legal para que la generación de sus nietos, recién bautizados, viva libre de las cargas criminales de la familia. Así, los Clericuzio comienzan a extender sus tentáculos por los casinos de Las Vegas y los estudios cinematográficos de Hollywood, legitimando su inmensa fortuna. Sin embargo, el Don no ha contado con la violencia que germina en la familia, que sigue sintiendo la llamada de la guerra y de la sangre…

Acerca del autor

Mario Puzo, considerado el cronista y literato de la mafia por excelencia, nunca tuvo contacto con el crimen organizado. ‘Si hubiera estado en la mafia’, llegó a decir, ‘jamás habría tenido que escribir’. Hijo de inmigrantes italianos y nacido en Manhattan en 1920, le apasionaban el tenis, las apuestas y escribir novelas y guiones de cine. La mayoría de sus obras, incluyendo la celebrada El Padrino, giran en torno al oscuro mundo del hampa, del que fue testigo a lo largo de su vida. Unas pocas novelas siguen temáticas diferentes, como La arena sucia, protagonizada por un joven soldado estadounidense que sobrevive en la Alemania ocupada.

Reseña

No hay obra de Mario Puzo que no me guste, la verdad (o todavía no la he leído, que podría darse el caso), así que desde el principio reconozco que muy objetiva no soy. Siempre me ha atraído el tipo de historias que cuenta, aunque sé que arrastran su problemática. El mundo del crimen organizado y las estructuras familiares que controlan los negocios sucios, sumados al Nueva York, Las Vegas o Los Ángeles de los años ochenta y noventa, dan como resultado un escenario en el que el escritor neoyorquino se maneja de forma magistral. Mucho tiene que ver su pluma, rica y profunda en detalles, y su conocimiento de la naturaleza humana, que le lleva a elaborar perfiles psicológicos muy complejos y en constante evolución.

En este caso, al igual que en El Padrino y El siciliano, la trama gira en torno a una familia que ocupa la cúspide del entramado mafioso italoamericano en Estados Unidos. La estructura familiar es siempre la misma: el todopoderoso Don, que maneja sus asuntos con mano de hierro, y toda una cohorte de hijos y nietos que suponen una bendición y una maldición para el patriarca. Hay presencia de mujeres, tanto dentro como fuera de la familia, pero su poder siempre reside en su capacidad de relacionarse con los hombres que ocupan el poder. Alguna que otra escapa de este papel, ocupando un cargo de cierta importancia. Aun así, es algo que no puedo reprocharle a Puzo, que reproduce los esquemas criminales de la época con bastante fidelidad.

Aquí, y a pesar de que el Don es siempre el epicentro de la trama, los personajes principales son sus nietos Dante y Cross. Sobre ellos recae el futuro de la familia, la esperanza de Domenico para que las futuras generaciones de los Clericuzio puedan hacer dinero de forma legal y abandonen la peligrosa sombra de la mafia. No en vano, la novela comienza con el bautizo de ambos, el símbolo de una nueva vida sin pecado y la posibilidad de un futuro brillante todavía por escribir. Sin embargo, el Don no cuenta con las tendencias de uno y otro, cuya sangre tira hacia el negocio familiar. Dante es oscuro, peligroso, imprevisible e inestable. Cross es despiadado, pero también inteligente y calculador. Su historia de amor con Athena, estrella de cine, aporta la única concesión romántica a la trama.

A la evolución psicológica de los personajes, que es impecable, se suma la perfecta recreación de los dos mundos a los que el Don busca dirigirse: el hostil universo de los casinos de Las Vegas y la deslumbrante miseria de los estudios cinematográficos de Hollywood, que van sucediéndose en tramas paralelas. Personajes de uno y otro mundo se van enredando en la historia, acercándose y alejándose de la familia.

Precisamente por lo apasionantes y atractivas que encuentro este tipo de historias, ya sea en novela, en serie o en película, creo que es importante no perder de vista el peligro que supone romantizar las estructuras del crimen organizado, centrándonos en los códigos de honor, la lealtad y los valores morales por los que se rigen. La realidad está muy alejada de esta visión casi caballerosa de las mafias y seguramente sea mucho más parecida a la cruda y truculenta Gomorra, de Roberto Saviano. El resto de historias, que tanto nos gustan, obedecen a un esquema que ya en su momento plantearon los creadores de Los Soprano. Para que el espectador sintiese simpatía por Tony Soprano, el capo protagonista, los guionistas siempre tenían presente una regla de oro: Tony no podía hacer daño ni a su mujer, ni a un niño, ni a un animal. Eran los límites que los espectadores no estaban dispuestos a traspasar y que, desgraciadamente, nada tienen que ver con la realidad.

Lo mejor: Los caracteres antagónicos de Dante y Cross y cómo cada uno, gracias o a pesar de las oportunidades, va dirigiéndose inexorablemente a su destino.

Lo peor: Me habría gustado que Claudia de Lena, hermana de Cross y único personaje femenino con un ‘poder’ tradicionalmente masculino, tuviera mayor peso en la novela.

Deberías leerlo si estás ahora mismo enganchada de Ozark y a Succession.